Por:
Dra. Soledad Martínez Labrín, TS. Mónica Valenzuela Orrego
Centro de Estudios Ñuble UBB
El pasado 25 de noviembre conmemoramos un nuevo día por la eliminación de la violencia contra las mujeres. Esta fecha fue proclamada por la ONU en virtud de la tremenda prevalencia de violencia contra las mujeres en sus diversas manifestaciones. Sabemos que la violencia en el contexto de la pareja íntima es un problema que sigue siendo pandémico, a pesar de los esfuerzos internacionales, tanto así que ha sido declarado un problema de salud pública urgente por la OMS, debido a su gran magnitud y las graves consecuencias que tiene en la salud y la sociedad. Además de la violencia de pareja íntima, la violencia contra las mujeres incluye la que ocurre en el ámbito laboral, la violencia sexual, el acoso en sus diferentes formas y aspectos simbólicos que envuelven a nuestra cultura en la vida cotidiana. En Chile, las cifras siguen siendo alarmantes, y las manifestaciones más extremas de violencia contra las mujeres se mantienen, con un promedio de 48 femicidios en los últimos 10 años, a pesar de los programas de prevención y promoción. Lo cierto es, sin embargo, que allá de sus costos objetivos, la violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones y espacios constituye un atentado a los derechos humanos de las mujeres y una traba para su desarrollo libre y pleno. Es un asunto urgente que varios organismos internacionales han concordado que es prioritario para el desarrollo de la sociedad.
La mayor vulneración de las mujeres por el solo hecho de serlo, es un fenómeno que se profundiza en situaciones de crisis. La pandemia por COVID 19, que aun no ha terminado, ha tenido un fuerte impacto en las mujeres. Particularmente, la violencia de género en situación de pareja íntima aumentó a nivel global, a partir del mayor aislamiento asociado a las medidas sanitarias. En Ñuble esto también ha sido observado, y el Sernameg regional anunciaba en 2021 un aumento de 11% en la tasa de denuncias por violencia hacia la mujer en la región.
La realidad de nuestra región ha sido recientemente abordada por el Centro de Estudios Ñuble de la Universidad del Bío-Bío, que realizó la medición Barómetro Regional de Ñuble, en la que se explora la opinión de las y los habitantes de la región en varios aspectos relevantes para esta. Dentro de esta medición se consulta a la población sobre los problemas que resultan más preocupantes y urgentes de abordar para la Región, a lo que las personas encuestadas debían priorizar los tres problemas de mayor relevancia. Llama la atención que la violencia contra las mujeres se erija como uno de los tres temas elegidos en primer lugar por la población general, con un 15,8% de las elecciones dentro de 16 temas. Este porcentaje es destacable, puesto que la urgencia de la violencia contra las mujeres se impuso a problemas como la delincuencia, el desempleo, la pobreza, la corrupción, entre otros asuntos de gran relevancia. Además, es el segundo tema más importante para las mujeres, después de parar la inflación de los servicios básicos.
Nuestra conclusión es que este es un tema urgente, pero además está comenzando a ser visible. Estamos pasando de ser una sociedad que entendía como natural el papel subordinado de las mujeres, a una que lo ve como un problema. Transitamos hacia ser una región con una mayor conciencia de la injusticia histórica de la violencia contra las mujeres y de esta misma manera, a ser una sociedad potencialmente con más elementos para combatirla y prevenirla. Damos pasos para avanzar a una sociedad que promete una vida sin violencia para las mujeres y las niñas, y esto es una buena noticia.
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