Por Carlos Rodríguez Garcés/Geraldo Padilla Fuentes
Inserción escolar temprana, una tarea pendiente en la naciente región de Ñuble.
La educación preescolar ha relevado su importancia a nivel internacional, tanto por el desarrollo de las habilidades cognitivas y motrices que propicia en niños y niñas, como por las oportunidades que ofrece a las mujeres para facilitar su incorporación al mercado del trabajo.
En la Región de Ñuble, al año 2017, uno de cada dos niños y niñas asiste a Educación Preescolar (51,7%), constatándose un incremento significativo respecto de la cobertura registrada el año 2000, la cual era de un escaso 16,7%. Este incremento es expresión del positivo impacto que ha tenido la política educativa en materia de primera infancia en la región, con el aumento de vacantes e inauguración de nuevos jardines infantiles y salas cuna. No obstante, quedan como desafíos tareas por cumplir a fin de garantizar una mayor inclusión.
Persisten un conjunto de barreras de distinta naturaleza que desincentivan la escolarización temprana; uno de los factores más relevantes en la toma de decisión es la edad del niño o niña. Mientras las tasas de cobertura se perfilan proyectivamente hacia la universalidad cuando los hijos tienen entre 4 y 5 años, a edades más bajas la inserción escolar temprana decae significativamente.
Cuando son más pequeños, la preescolarización se asume como menos relevante para el proceso de desarrollo del niño o niña, en especial cuando se comparan los beneficios con los eventuales riesgos y costos de la decisión. En efecto, los principales motivos esgrimidos por las madres de la región para no preescolarizar a sus hijos son de índole personal, sea por encontrarlo innecesario dado que lo cuidan en casa o inapropiado en razón de la edad. Estas motivaciones operan con relativa independencia de la condición laboral y zona de residencia de la madre, y sería expresión de una fuerte tendencia cultural a visualizar la educación en primera infancia como una opción de guardería o simple cuidado más que como una oportunidad para el desarrollo integral del niño o niña.
Por su parte, restricciones institucionales como falta de vacantes o distancia del establecimiento, aunque relevantes en determinadas zonas como las rurales, a nivel general pierden hegemonía frente a las motivaciones de orden personal. Esta situación evidencia que la simple mayor disponibilidad de vacantes, siendo condición necesaria, no es por sí misma suficiente para aumentar los niveles de cobertura, en tanto factores de orden cultural inciden poderosamente en la toma de decisión.
En este contexto, las medidas que incentive el Gobierno Regional para atenuar las aprehensiones y desconfianza que las familias, en particular las madres, tienen respecto de la inserción escolar temprana son imprescindibles a fin de propiciar un cambio cultural que resignifique el rol de la educación en etapas tempranas, objetivo especialmente relevante en niños en situación de vulnerabilidad dado el rol compensatorio que tiene una educación de calidad frente a la precariedad de su ambiente sociofamiliar. Habida cuenta además que con la asistencia de los hijos a establecimientos educativos mejoran los índices de participación laboral femenina, brindando con ello una mayor disponibilidad de ingresos monetarios al hogar. Función instrumental del trabajo femenino que, además de constituirse en una poderosa herramienta para superar situaciones de pobreza, otorga mayor autonomía, empoderamiento y liderazgo a la mujer, reduciendo las históricas desigualdades existentes al interior de la familia.
Opinión publicada www.ladiscusion.cl